Los pimientos

Originarios de América del Sur, los pimientos se desarrollan mejor en hábitats soleados y muy cálidos. Son numerosas las variedades utilizadas en gastronomía y que se distinguen no solo por su forma y color, sino también por la intensidad del picante —la cual depende del contenido en capsaicina—, por ejemplo, el jalapeño, el ají y el chile habanero.

Definitivamente, casi todas las variedades de pimientos necesitan más calor que las variedades de tomates, por poner un ejemplo. Por tal motivo, se desarrollan bien en los invernaderos o cerca de aquellos muros que irradien calor. Los pimientos prefieren los suelos ricos y mullidos, por lo que un mantillo especial para hortalizas satisface plenamente sus necesidades.

Según la variedad, el tiempo de cultivo es de entre 60 y 120 días antes de la cosecha. Se puede iniciar el cultivo en febrero o en marzo, sembrando directamente en suelo firme o en el alféizar de la ventana de la cocina. Dado que algunas variedades no germinan fácilmente, es aconsejable remojar las semillas en agua tibia durante algunas horas antes de plantarlas. Este método favorece tanto la germinación como un mejor desarrollo de la planta. Seguidamente, siembra las semillas en una maceta, a una profundidad de 1 cm (aproximadamente), allana la superficie de la tierra y riega abundantemente. 

A partir de mediados de mayo, puedes sacar las plantas al exterior. No obstante, siguen necesitando un emplazamiento cálido y soleado, por lo que se impone el cultivo en cajoneras de cultivo y macetas. Además, esto entraña la ventaja de poder desplazar  la planta, de manera de asegurar que siempre reciba la radiación solar suficiente. Observa una distancia entre plantas de 30 a 40 cm en el momento de plantar los pimientos en suelo firme.

Los pimientos necesitan mucha agua, por lo que se deben regar cada dos días. Algunas variedades particularmente picantes se pueden regar con menor frecuencia: la falta de agua favorece el desarrollo de la capsaicina, lo que hace que el pimiento sea aún más picante. No obstante, el pimiento no debe llegar a secarse, por lo que se debe revisar la humedad del suelo diariamente.

Al igual que el pimiento morrón —especie también perteneciente al género Capsicum—, el pimiento es una planta sumamente extractiva de nutrientes, por lo que es recomendable el uso de fertilizante. En el momento de sembrar, incorpora directamente un fertilizante de liberación sostenida y coloca lana de carnero en el hoyo de plantación. El fertilizante nutrirá la planta durante varios meses y la lana de carnero supondrá una reserva de agua suplementaria. Alternativamente, un abono líquido para hortalizas aplicado semanalmente mediante el agua de riego será igualmente apropiado.

La cosecha suele comenzar a partir de mediados de julio. Según la variedad, ocasionalmente, los pimientos pueden ser verdes, así pues, el color no es un buen indicativo de la madurez. Durante la fase de crecimiento, la radiación solar también influye en el color del exocarpio de los frutos. Cosecha, a más tardar, cuando el exocarpio de los frutos comience a mostrar señales de marchitamiento. Utiliza un cuchillo afilado para cosechar, de manera de no dañar el pedúnculo ni los otros frutos.

Dado que el pimiento es muy heladizo, por lo general, se utiliza como planta anual, aunque sea una vivaz. El pimiento requiere una temperatura de al menos 16 ºC para pasar el invierno, por lo que es recomendable que lo haga en espacios interiores. En invierno, riega muy poco y no fertilices.