Acelga

La acelga, una verdura clásica que durante mucho tiempo estuvo ausente en nuestras dietas, ha recuperado su lugar en los huertos domésticos en los últimos años. Aunque su apariencia se asemeja a la espinaca, botánicamente está relacionada con la remolacha. Esta planta prospera en condiciones soleadas y, aunque requiere un nivel medio de nutrientes, prefiere suelos sueltos debido a sus raíces profundas. Es ideal para cultivos en bancales elevados o incluso en macetas en el balcón. Además de sus cualidades nutritivas, la acelga es estéticamente atractiva con sus tallos de colores vivos, que van desde el amarillo hasta el rojo.

Puedes sembrar las acelgas directamente en el suelo o, aún mejor, plantar plántulas en el huerto. La temporada ideal para esto va desde mediados de abril hasta finales de junio. Es importante asegurarte de dejar suficiente espacio entre cada planta para evitar enfermedades como el mildiu y permitir que las hojas crezcan fuertes, proporcionándoles el espacio adecuado para su desarrollo.

El riego es esencial para el crecimiento de las acelgas, ya que prefieren suelos constantemente húmedos. Un riego regular promueve el desarrollo abundante de hojas tiernas. Sin embargo, es importante evitar el encharcamiento del suelo, por lo que se debe garantizar un buen drenaje.

Para un óptimo crecimiento de las acelgas, es fundamental proveerles los nutrientes necesarios. Por ello, al plantarlas en el huerto, es importante agregar un fertilizante de liberación lenta al suelo. Si previamente el terreno ha sido utilizado para cultivos que demandan muchos nutrientes, como los de alto rendimiento, se recomienda enriquecer el suelo añadiendo un poco de compost.

Si has sembrado la acelga en una maceta con un substrato vegetal altamente nutritivo, como el COMPO BIO substrato tomates y vegetales sin turba, estarán bien nutridas durante las primeras cinco semanas. Después de este período, te recomendamos usar un fertilizante líquido para verduras para seguir apoyando su crecimiento durante la fase de desarrollo.

Las acelgas están listas para cosechar entre dos y tres meses después de la siembra. Para asegurar un suministro continuo de hojas frescas, se recomienda cortar solo las hojas exteriores, sin arrancar toda la planta. De este modo, la planta seguirá produciendo nuevas hojas, ofreciendo una fuente constante de verduras frescas durante varios meses.

Las hojas cortadas de la acelga suelen mantenerse frescas solo por unos días, mientras que la planta entera dura un poco más. Sin embargo, siempre es importante guardar la acelga en la nevera. Otra opción es congelarla para usarlas más adelante.

Las acelgas son resistentes a las heladas ligeras y moderadas, lo que permite extender la cosecha hasta los meses de invierno, e incluso más allá en inviernos suaves. En comparación con las acelgas de colores, las de tallo blanco han demostrado ser las más resistentes.